martes, 21 de abril de 2009

Curioso caso de (auto) discriminación

La Ley de Migraciones define al inmigrante como todo aquel extranjero que desee ingresar, transitar, residir o establecerse definitiva, temporaria o transitoriamente en la Argentina. A pesar de que nuestro país renovó su legislación debido al intercambio cultural generado en los últimos años por el inesperado movimiento demográfico, la ley Nº 25.875 cambió el paradigma de la búsqueda exclusiva de la inmigración selectiva pero todavía no ha logrado la aplicación plena de su principal objetivo:
  • Fijar las líneas políticas fundamentales y sentar las bases estratégicas en materia migratoria para dar cumplimiento a los compromisos internacionales de la República en materia de derechos humanos, integración y movilidad de los migrantes.
Realidad que tiñe de negro y quita veracidad a las libertades garantizadas en la definición mencionada en primera instancia.

Con este aviso, (Des) encantos argentinos anticipa la publicación de una investigación que tratará una curiosa situación de discriminación. ¿Por qué? Involucra a La Ley (no precisamente la que ampara a los inmigrantes), y en ella la inocencia termina por convertir a los protagonistas en victimarios de su propio ser.

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