lunes, 29 de junio de 2009

Y que cumplas muchos más

El mundial de fútbol del 2010 se acerca y esta vez la sede será Sudáfrica. Sitiada por actos xenófobos, el país que alguna vez supo conciliar socialmente Nelson Mandela se encuentra envuelta en una suerte de conmemoración inconciente del Apartheid.
A casi 20 años de su final, la nación que presidió hasta este año Thabo Mbeki, vive actos de violencia extrema contra inmigrantes provenientes de los países limítrofes más pobres como Namibia y Zimbawe.


Esta vez la diferencia no es por color, sino por el miedo que provoca el extranjero y todos los peligros que trae consigo: su hambre, sus necesidades, sus flagelos y sus huellas de pobreza.

Violencia extrema: un inmigrantes es quemado vivo


Con todas las enfermedades que existen en un continenta tan vulnerable com África, el miedo es "el virus" más contagioso y corrosivo. Diseminado en gran parte de la población, está causando estragos. Los argumentos del sudafricano no son diferentes a los que escuchamos en lugares tan lejanos como Estados Unidos, Europa o cualquier otro lugar del mundo. pero los métodos son los más brutales.


Las calles de las ciudades más importantes recibirán el año que viene a miles de turistas pudientes de todo el planeta dispuestos a saciar sus impulsos consumistas en medio del torneo de fútbol más importante del mundo. El problema ya está instalado, y la actualidad económica de Sudáfrica resulta muy atractiva para sus vecinos más hambrientos.


Mbeki y Zuma: dos presidentes, un problema

El próximo mundial será el primer examen del nuevo presidente Jacob Zuma, que no sólo esta obligado a lograr la paz social durante el mes de competición, sino que debe desintegrar definitivamente las reacciones violentas de la sociedad, para que el miedo extremo no provoque un nuevo proceso histórico. Y para que las dos décadas sin un Apartheid sea un ínfimo número en la historia.

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